miércoles, 10 de diciembre de 2014

¿Qué Sucede Cuando Dios Quiere Usarnos?

Uno de los grandes desafíos a los que nos vamos a tener que enfrentar como cristianos es a no acomodarnos. Nuestra propio yo y nuestras circunstancias nos llevan muchas veces a conformarnos con lo que tenemos, a la rutina, creemos muchas veces que ya tenemos suficiente o que no vale la pena arriesgar lo que ya hemos conseguido por más. Este es uno de los grandes enemigos de la bendición de Dios. Nunca debemos acomodarnos. Tenemos que estar dispuestos a arriesgar en fe, a experimentar algo más del poder y la presencia de Dios. 

Existen muchas cosas que por nosotros mismos no podríamos hacer pero que con la ayuda de Dios sí que las podremos alcanzar. Dios no quiere que nos acomodemos, Él quiere que cada día deseemos más de Él, lo anhelemos más y no nos cansemos nunca de sus bendiciones. Dios quiere usarnos, Dios quiere mejorarnos. Hay un patrón congruente en la Escritura en cuanto a lo que ocurre en la vida que Dios quiere usar y mejorar:

1. SIEMPRE HAY UN LLAMADO. 

Dios pide a las personas corrientes que se comprometan con un acto de confianza extraordinario: salir de la barca.

2. SIEMPRE HAY TEMOR. 

Dios tiene el inextinguible hábito de pedirle a la gente que haga cosas que les asustan. Tal vez sea temor a la incompetencia ("Soy lento de habla y de lengua", dijo Moisés). Puede ser temor al fracaso ("La tierra que exploramos devora a aquellos que la habitan", lloriquearon los espías enviados a la tierra prometida). Incluso pude ser temor a Dios ("Porque sabía que eras un hombre duro, que busca cosechar donde no sembraste", clamó el siervo de la parábola de Jesús). De una forma u otra, habrá temor.

3. SIEMPRE HAY UN CONSUELO. 

Dios promete su presencia ("¡El Señor está contigo, Poderoso Guerrero!", le confirmó un ángel a Gedeón, a quien ciertamente nadie se había dirigido antes con ese título). Dios también promete proveer de cualquier don que se requiera para cumplir con su asignación ("Yo te ayudaré a hablar y te diré qué decir", le dijo a un tartamudo Moisés).

4. SIEMPRE HAY UNA DECISIÓN. 

Algunas veces, como con Moisés y Gedeón, la gente le dice "sí" al llamado de Dios. Otras veces, como los diez espías asustados o el joven rico que habló con Jesús, dicen "no". Pero la gente debe decidir.

5. SIEMPRE HAY UNA VIDA TRANSFORMADA. 

Los que aceptan el llamado de Dios no recorren el camino perfectamente, no por mucho tiempo. Sin embargo, debido a que dicen "sí" a Dios, aprenden y crecen aun a partir de sus fracasos. Y se convierten en parte de las acciones divinas para redimir al mundo.

Los que no aceptan el llamado también son transformados. Se hacen un poco más duros, más resistentes a su llamado, un poco más propensos a decir "no" la próxima vez. Cualquiera que sea la decisión, esta siempre cambia una vida; y transforma al mundo que esa pequeña vida toca.

Creo que este patrón de la Escritura está vigente aún. Pienso que hay algún aspecto en tu vida en el cual Dios te está llamando a caminar con él y hacia él; y que, cuando aceptamos su llamado, se pone en movimiento una dinámica divina muy superior al simple poder humano. Tal vez se relacione con tu trabajo, con un riesgo en tus relaciones, con un don que podrías desarrollar o con recursos que podrías dar. Quizás implicará enfrentarte a tu temor más profundo. Con toda seguridad irá a la esencia de quien eres y de lo que haces.

(Basado en "Si Quieres Caminar Sobre Las Aguas Tienes Que Salir De La Barca" de John Ortberg)

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