miércoles, 26 de febrero de 2014

Trabaja Por La Unidad

Nada en la tierra es más valioso para Dios que su iglesia. Por eso Dios quiere que la protejamos sobre todo el daño devastador que causan la división, el conflicto y la falta de armonía. Consejos prácticos, según Rick Warren, para mantener la unidad:

1.- Enfoquémonos en lo que tenemos en común, no en las diferencias.

Debemos disfrutar nuestras diferencias, no simplemente tolerarlas. DIOS QUIERE UNIDAD, NO UNIFORMIDAD. Los conflictos en la iglesia son una señal de que estamos concentrándonos en otros asuntos menos importantes. Por lo tanto las divisiones siempre surgen cuando dirigimos la mirada hacia las personalidades, las preferencias, las interpretaciones, los estilos o los métodos.

2.- Sé realista con respecto a tus expectativas.
 
Debemos amar a la iglesia con pasión pese a sus imperfecciones. El hecho de que hermanos nos defrauden y decepcionen no quiere decir que no puedas tener comunión con ellos.

3.- Decídete a animar más que a críticar.

Siempre es más fácil eludir el compromiso y hacerse a un lado para disparar dardos contra los que trabajan, que participar y hacer una contribución. No debemos juzgar o despreciar a otros creyentes cuyas convicciones son diferentes a las nuestras. Cuando juzgo a otro creyente pasan cuatro cosas al instante: pierdo mi comunión con Dios, saco a relucir mi propio orgullo e inseguridad, me coloco bajo el juicio de Dios y daño la comunión de la Iglesia.

No importa cuánto discrepes de los otros cristianos, nos son el verdadero enemigo.

4.- Niégate a escuchar chismes.

Chismear es divulgar una información cuando uno no es parte del problema ni de la solución. Entre los cristianos, las heridas más grandes generalmente vienen de las otras ovejas y no de los lobos.

5.- Practica el método de Dios para solucionar conflictos:


5.1. Enfrenta directamente y en privado a la persona con quien te disgustaste tan pronto como te sea
posible.
5.2. Si no se soluciona, pide ayuda de uno o dos testigos para confirmar el problema e intentar restablecer
la relación.
5.3. Si la persona persiste en su obstinación, debemos plantear el problema ante la iglesia.

Si después de todo esto se niega a escuchar, deberemos tratarla como a una persona incrédula.

6.- Apoya a tu pastor y a los líderes.


No hay líderes perfectos, pero Dios les da la responsabilidad y la autoridad para mantener la unidad de la iglesia. Por lo tanto, protegeremos la comunión cuando honramos a los que nos sirven por medio del liderazgo.

Finalmente, cuando las personas hallan una congregación donde los miembros se aman y se preocupan auténticamente los unos por los otros, habría que cerrar las puertas con llave para que no entren más.



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